No, no necesitas todas las notificaciones de tu teléfono encendidas
TLDR: me quejo de las constantes notificaciones que genera el teléfono y que para todo quieren mandar notificaciones
Desde que tengo uso de razón tengo cierta molestia con casi todo tipo de sonidos y ruidos que provienen del celular, desde los clicks falsos que hace el teclado y esto es muy irónico porque el sonido de los teclados mecánicos me fascina, pero esto es tema para otro día, así como también de repente los videos/audios que comienzan a sonar inesperadamente a volumen alto, y especialmente con las notificaciones, esto ha ido incrementando con el paso del tiempo debido a la cada vez mayor cantidad de notificaciones que recibimos al día, al punto de que incluso el sonido del celular vibrando cada que recibe una notificación me resulta molesto.
Si bien es cierto que son útiles, es absurda la cantidad de notificaciones innecesarias que recibimos al día. Sí quiero saber cuando mi pedido de Amazon esté en camino pero no quiero saber cuando el departamento de “Herramientas y mejoras del hogar” tenga promociones, y eso nomás por mencionar un ejemplo.
El colmo del colmo considero que son las notificaciones que te notifican de otras notificaciones! El llamado desesperado de una app por reclamar tu atención insatisfactoriamente por cierto, al menos en mi caso.
Esto personalmente me estaba ocasionando un problema, y es que el teléfono estaba vibrando constantemente a lo largo del día y cada que esto sucedía, por algún motivo raro, sentía necesidad de querer atender dicha notificación porque “qué tal que es algo importante?” y termina resultando en que cuando crees que todo es importante, nada lo es realmente. El problema no terminaba en eso, el problema era en que revisaba una notificación y terminaba revisando mil y un otras cosas más, haciéndome perder concentración de lo que estaba haciendo, para al final desembocar en procrastinación.
Comenzando a tomar medidas al respecto
Me encantaría decir que en esta situación se tomó “al toro por los cuernos” y se erradicó el problema de una, pero no, fue un proceso, algo tardado que viéndolo desde hoy, se pudo haber resuelto directamente con la solución final. Aunque también me gustaría destacar que la decisión final se termina tomando porque el problema se va aumentando y comienza a impactar otras cosas, así que al final, partes del proceso terminan siendo parte de la solución final.
Preocupación por no atender notificaciones importantes
Hay algunas notificaciones importantes que me daba preocupación estarme perdiendo, y seguramente todos las tenemos, por mencionar algunas se me ocurren el grupo de WhatsApp de tu familia, la app de mensajería de tu trabajo, correo electrónico de trabajo o personal, notificaciones de movimientos bancarios; cada quién tendrá su propio criterio de determinar qué es importante para sí mismo.
En mi caso particular fueron las llamadas, mensajes de WhatsApp, mensajes de texto sí, esos SMS que ya nadie usa pero que igual el banco notifica de algunas cosas y movimientos por ahí, y las aplicaciones bancarias, el resto de cosas decidí que podía vivir sin estarlas revisando al momento.
Un smarwatch como notificador caro
Probablemente no fue la mejor decisión financieramente hablando, pero llevaba tiempo queriendo probar alguno, aunque he de reconocer que soy más aficionado de los relojes análogos que incluso los digitales y ya no digamos los smartwatches, pero de todos modos, ví en ellos la posibilidad de no ser dependiente del teléfono y poderlo dejar en otra habitación durante momentos en los que necesito estar concentrado.
Así que terminé comprando un smartwatch a finales del 2021 en efecto, el problema escaló y me tomó 2 años resolverlo, era necesario que fuera capaz de contestar llamadas desde ahí y poder ver y contestar mensajes, esto con la finalidad de no tener que agarrar el teléfono innecesariamente y terminar vagando en otra cosa.
Aquí puedo filtrar todas las notificaciones consideradas no importantes, y así puedo desprenderme del teléfono sin temor a que alguien puede requerir de mí y no encontrarme.
Eventualmente terminé sacando mayor provecho al reloj al poder llevar registro de sesiones de ejercicio, rastrear y registrar mis hábitos de sueño, medir niveles de estrés, encontrar mi teléfono cuando no lo encuentro, y la principal: ver la hora sin sacar el celular. Podía dejar el teléfono en modo silencio para que ni siquiera vibrara, porque a final de cuentas, el reloj iba a vibrar justo en mi muñeca cuando alguna app importante sonase.
La idea era muy buena y funcionaba pero había un problema, los fines de semana que era cuando solía desprenderme de mi reloj inteligente para usar uno análogo que me gustase más, regresaba mi teléfono a modo vibración, así que durante el día tenía todas las molestas notificaciones vibrando una tras de otra en mi bolsillo, cosa que me llevaba a ser cada vez más dependiente del reloj inteligente para poder dejar el teléfono en silencio sin perderme de las notificaciones. Como mencionaba, me gustan los relojes análogos, y el día que decidía ponerme uno, era a costa de aguantar el suplicio de las notificaciones en el bolsillo durante el día. Así que era momento de tomar otras acciones.
Atacando el problema con un poco más de profundidad
Qué era lo que me gustaba de cuando traía el reloj puesto? Poder dejar el teléfono en silencio y evitar notificaciones constantes, así que desde el teléfono comencé a restringir que toda aplicación que no me mandara notificaciones al reloj, no notificara de nada, además hice un detallado de qué aplicaciones podían notificar solamente bajo ciertas situaciones. Uber Eats por mencionar un ejemplo, solamente me notificará con respecto a mis pedidos, no más, lo mismo con Amazon. Otras aplicaciones como Netflix o Prime Video es completamente irrelevante que me notifiquen de algo. Algunas otras como la mensajería instantánea de Instagram, me notificará pero siempre en silencio, es decir, no va a vibrar ni a sonar, ni tampoco aparecerá en mi barra de notificaciones, para poderlas ver tendré que desplegar el menú completo de notificaciones para ver si hay algo ahí.
Afortunadamente la mayoría de apps cuenta con apartados de notificaciones separadas, que permiten lo antes descrito, evitando que solamente puedes apagar todas las notificaciones o encenderlas todas. Otra cosa que me hizo más fácil esto es que mi teléfono en los apartados que iba revisando mostraba qué tan frecuente notificaba cierto apartado, cosa que me llevaba a identificar de qué era qué, en caso de que el nombre del apartado no fuera muy descriptivo, y ante la duda, la dejaba encendida y cuando recibía alguna notificación no importante, bastaba con desde el menú de notificaciones dejar presionado sobre ella y hacer ajustes, ya sea apagando ese apartado o entregar en silencio.
En mi caso estuve haciendo esto desde Android, desconozco si en iOS se permita tanto detalle, pero al menos en iOS sé que existen las notificaciones “sensibles al tiempo” o algo así, que serían las que pensaría en dejar activadas al hacer algo similar.
Ajustando detalles
Me habrá tomado una hora la configuración inicial y después una semana o así el ir puliendo qué notificaciones silenciar y qué otras descartar totalmente.
El resultado actual, es que puedo convivir con mi teléfono más tiempo sin distracción ya que no estará notificando cosas innecesariamente.
Además, mis tiempos de pantalla activa han disminuido considerablemente, al punto de que puedo llegar tranquilamente al final del día con un 70% de batería en el teléfono y sin mucho esfuerzo.
Retomando el control de la atención
La idea termina siendo tomada de un día estar pensando en qué podía hacer para evitar pasar tanto tiempo distraído con el teléfono. Un día incluso consideré regresar a usar un iPhone, que para los que me conocen o los que ya han leído el escrito que hice respecto a esos dispositivos, se darán cuenta que mi opinión hacia ellos es negativa, los considero muy inútiles y con muchas limitaciones en lo que a software refiere, así que pensé en que tener un teléfono que no me llamase la atención podía ser benéfico para usarlo menos.
Lo que me terminó decidiendo por dar otra oportunidad con mi teléfono actual es que, las pocas veces que necesito usar mi teléfono es porque requiero hacer alguna tarea que sé que mi teléfono será capaz de realizar, por ende, el iPhone me fallaría en esto e igual terminaría frustrado sin siquiera poder usar el teléfono ni siquiera para alguna necesidad eventual, o salvarme de algún apuro ocasional.
Cada vez suena más que las redes sociales y muchas cosas que consumimos digitalmente están hechas con el propósito de ser adictivas y captar nuestra atención el mayor tiempo posible, generando así que nuestra atención ya no es controlada por nosotros sino por alguna aplicación. Con lo que me quedo al final de todo esto, es con poder retomar la decisión de cuándo quiero tomar mi teléfono, y que no sea este el que esté solicitando atención constantemente.
Mencioné durante este escrito que el reloj se volvió parte de el resultado y estado actual, y así es, cuando lo traigo conmigo el celular lo sigo poniendo en silencio ya que aunque sean reducidas las notificaciones, quiero evitar la doble notificación (en reloj y en teléfono), siendo que con una es más que suficiente.
Para retomar el control de mi atención he seguido una serie de pasos, que de hecho consideraría que todo este escrito es la versión extendida de uno de ellos.
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